El perro, necesidad social
El desarrollo cultural en nuestro país ha permitido que los perros pasen de ser considerados meras herramientas de trabajo -caza, guarda, ganado-, principalmente en zonas rurales, a ser reconocidos por su valía como animales diestros e imprescindibles en el desempeño de tareas relevantes de imposible ejecución por el ser humano. Nuestro cariño y convivencia con ellos se remonta a miles de años.
Son muchos los casos en que personas desvalidas o extraviadas han sido encontradas gracias al instinto de su perro: pastores en el monte, accidentes de tráfico o senderistas.
Los servicios de emergencia disponen de unidades caninas para para la localización víctimas de catástrofes o desaparecidas, detección de estupefacientes, explosivos, dinero, etc. En algunos países los perros patrullan con la Policía de Barrio, para la prevención de la tenencia de sustancias estupefacientes entorno a colegios, parques o transportes públicos. En España la creación de estas unidades todavía constituye una noticia.
Los perros que destinamos a unidades militares destacadas en Oriente Medio, cuya misión es detectar minas explosivas, contribuyen a salvar vidas humanas a costa, en ocasiones, de dejar la suya a cambio. Sin embargo, nuestro país no protege a su especie con la gratitud que se merece.
Cada vez son más los profesionales que junto a sus canes ofrecen terapias para personas con discapacidad. El incremento de clínicas veterinarias, peluquerías y guarderías caninas es notable. La demanda de áreas de esparcimiento canino en las ciudades aumenta, y el deporte del canicross toma auge entre niños y adultos.
Cualquiera que haya viajado por otros países europeos, o se haya interesado por la legislación en ellos, habrá podido comprobar la gran diferencia cultural que nos separa en cuanto a su cuidado y respeto.
No puede haber tantos miles de perros censados, conviviendo con millones de seres humanos, sin que detrás de ello no haya motivos profundos que lo justifique.
Preguntemos a los jóvenes, a las familias, a los ancianos, a los solteros, a las personas con discapacidad visual, auditiva o impedidas en silla de ruedas, preguntemos a cada uno de ellos por las virtudes de un perro y por lo positivo que aporta a sus vidas. Preguntemos a los niños para hallar una respuesta sincera.
España necesita cambios internos que supongan el reconocimiento e integración definitiva del perro, y pongan fin al abandono, muerte y despilfarro de dinero.
“La compasión hacia los animales está tan estrechamente ligada a la bondad de carácter que se puede afirmar con seguridad que quien es cruel con los animales no puede ser una buena persona.”
Arthur Schopenhauer